Sunat prorroga la declaración y pago del impuesto anual y mensual ...

Latinoamérica es la región más desigual del mundo, con niveles superiores a los de los países desarrollados, Asia, Europa e, incluso, África. Perú es un fiel exponente de ello. En Perú el ingreso per cápita asciende a 6 mil dólares al año. No parece malo, pero es un promedio que disfraza la enorme distancia entre el ingreso del 10% de los más ricos y el 10% de los más pobres. El 10% más rico, unas 800 mil familias, vive como en Europa, mientras el 10% más pobre subsiste con los ingresos de los que viven en Bangladesh.

La economía creció a una tasa promedio anual de 4,4% los últimos 10 años, y se esperaba que eso contribuyera a cambiar esta situación, pero no fue así: no redujo esa enorme desigualdad. En Perú, además, los ricos no solo tienen mucho más sino que colaboran menos que los pobres en materia tributaria.

La estructura tributaria de un país se divide entre los impuestos directos e indirectos. Los primeros gravan las rentas, el patrimonio y las utilidades; y los segundos los pagamos todos por igual. Como los más ricos consumen un porcentaje menor de su ingreso para satisfacer sus necesidades básicas, mientras que los más pobres, que no tienen capacidad de ahorro, consumen la totalidad de sus ingresos para subsistir, el impacto de los impuestos indirectos como porcentaje de sus ingresos, es menor en los hogares más ricos que en los hogares más pobres. Y, por ello, los impuestos indirectos son impuestos regresivos.

En Perú, el peso de los impuestos indirectos sobre la recaudación tributaria es mayor que el peso del impuesto a la renta, en una proporción de 60-40%. Además, de ese 40%, la mayoría lo ponen los trabajadores a cargo de las rentas del trabajo independiente y del trabajo dependiente, también en una proporción aproximada de 60-40%. A ello se suma que las grandes empresas buscan permanentemente evadir su obligación de contribuir con los impuestos del país. Así, deben por concepto de impuestos y tributos miles de millones de soles al Estado peruano. En el sector comunicaciones Movistar Perú adeuda a la SUNAT aproximadamente 4,000 millones de soles. En el sector hidrocarburos, Pluspetrol debe 3,000 millones; Cerro Verde 574 millones; Doe Run Perú 294 millones; Buenaventura 246 millones y Barrick 260 millones. En el sector Bancario, Interbank 1,700 millones; en el sector de Comercio, AYS S.A.C. 1,138 millones; en el sector Educación, la universidad Alas Peruanas 284 millones; en el sector construcción, Unacem 262 millones; en el sector Servicios, Luz del Sur 215 millones; y en el sector bebibas, el Consorcio Distribuidor Iquitos 158 millones. Y la lista continúa.

Todo ello, en un contexto en que Perú (16,1%) es uno de los países que menos pagan impuestos en América Latina, en contraste con países como Cuba (41,7%), Brasil (32,2%), Argentina (31,3%), e incuso Chile(20,4%), modelo de los neoliberales en el Perú.

Para revertir esta situación se requiere incrementar la recaudación tributaria en por lo menos 6 puntos del PBI (US$14.190 millones). Y para eso, lo que necesitamos, en un plazo prudente y sobre la base de un acuerdo político amplio, es una reforma tributaria que revierta el carácter regresivo de nuestra recaudación tributaria, haciendo que los que más tienen más paguen. Necesitamos además, y en el muy corto plazo, que se establezca un impuesto que grave a los altos patrimonios, de modo que los que más tienen contribuyan al enorme esfuerzo fiscal que el país está haciendo para combatir los estragos de la pandemia del Coronavirus. Un impuesto a la riqueza como el que ya se aplica en Argentina, Colombia y Uruguay.

Por Javier Mujica Petit