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Foto: RTVE

I.

Los discursos hegemónicos, como los del Estado o la prensa, siempre han mantenido una relación tensa con los sectores indígenas. Si bien los reconocen como parte de nuestra riqueza cultural e histórica, también los señalan y acusan ante cualquier conflicto como sectores opuestos al “progreso”, por lo general materializado en los intereses de alguna empresa. Las organizaciones políticas tampoco han sabido cómo relacionarse con los sectores indígenas de la población. Mientras que las agrupaciones de izquierda han buscado “hablar por ellos”, los partidos de derecha los han visto como sujetos contrarios al desarrollo económico. Lo cierto es que, según las últimas estimaciones, el 25.75% de peruanos se identifica como indígena (INEI, 2018: 214). Este amplio sector de la población exige que las organizaciones políticas busquen nuevas formas de abordar la etnicidad, nuevas maneras de relacionarse con los sectores indígenas, es decir, que encuentren otra forma de hacer política.

El paso de “indio” a “indígena” pasa por la evolución de una mirada racial a una étnica. Durante el régimen de Velasco, la mirada se vuelve económica y de “indígena” se pasa a “campesino”. En el contexto actual, el marco legal ampara a los pueblos indígenas u originarios, por lo que se busca recuperar una denominación étnica. Estas variaciones en los términos son solo un síntoma de un problema mayor. Los sectores dominantes (Estado, empresas, prensa, agrupaciones políticas, Academia, etc.) no solo han tenido dificultades para nombrar a estos sectores de la población sino que también no han sabido cómo relacionarse con ellos.

Los sectores políticos más conservadores, cercanos a la derecha, han presentado una postura radical de enfrentamiento contra las poblaciones indígenas. Para ello basta recordar a Alán García llamándolos ciudadanos de segunda categoría o creyentes de ideologías absurdas (Caballero, 2016), o a Belaunde dando la orden de bombardear a los indígenas mayoruna (Quevedo Bardález, 2017). Del mismo modo, podemos pensar en la presión del empresariado, la Confiep y algunos gobiernos para forzar la puesta en marcha de proyectos mineros contra los reclamos de la población local (en muchos casos, indígenas).

Los sectores de la izquierda, si bien no han tenido un enfrentamiento tan directo con las poblaciones indígenas, tampoco han sabido mantener una buena relación, o por lo menos duradera, con ellos. Durante el gobierno de Velasco, por ejemplo, varias figuras de la izquierda se acercaron al régimen y participaron, entre otras medidas, de la puesta en marcha de la reforma agraria. Más allá de la buena voluntad política por devolverles tierras a sectores indígenas o campesinos, se trató de un modelo impuesto desde Lima, no de un deseo campesino, que se planificó, sin su participación, en espacios urbanos, fuera del entorno de estos sectores de la población. Así podemos explicar, posiblemente, las tomas de tierras posteriores a la reforma (Mayer, 2017: 272).

Algunos otros sectores de la izquierda, críticos al régimen de Velasco, buscaron dirigir las tomas de tierras y, por ello, tuvieron una relación más cercana con los movimientos campesinos o indígenas (Mayer, 2017: 270-271). Esta cercanía entre la izquierda y los grupos indígenas, sin embargo, fue, al parecer, una idealización. Este vendaval que luego de las tomas arrasaría con el estado burgués nunca se consolidó (García Sayán, 1982: 205). La agenda de la izquierda y la agenda indígena no eran la misma, y los partidos de izquierda no pudieron reconocer eso. La toma de tierras fue un momento en el cual ambos intereses confluyeron, pero luego se perdió la oportunidad de aglutinar al movimiento campesino, dado que no se consideraron sus intereses. En la actualidad, los movimientos indígenas, si bien se han acercado más a posiciones de izquierda, han preferido levantar banderas en nombre del nacionalismo o movimientos regionales.

II.

Desde las ciencias sociales, en los últimos años, se han propuestas algunas ideas que pueden contribuir a cambiar la manera cómo los grupos políticos vienen relacionándose con los sectores indígenas. Estos postulados cuestionan los fundamentos mismos de la modernidad. El pensamiento moderno se ha basado en la división entre sociedad (humanos) y naturaleza (no humanos), y también en la consecuente división entre modernos (quienes asumen la primera división) y no modernos (quienes no asumen la primera división a causa de sus “falsas creencias”, supersticiones o religiosidad primitiva) (Salas, 2019: 26-27). Entonces, el pensamiento mismo de la modernidad implica el no reconocimiento de otras formas de pensamiento, la negación de mundos distintos.

La política, por su misma naturaleza, entonces, no puede representar la diferencia entre los distintos mundos que cohabitan el planeta. Esta política resulta incapaz y reacia a negociar los términos en los que se habla sobre los mundos. Mientras que esta política representa a seres humanos, los seres no humanos son solo folklore o “ideologías absurdas” (De la Cadena, 2009: 166).

Una nueva forma de hacer política no significa solo incorporar las voces indígenas y seguir “hablando por ellos”, tratando de representarlos (pero en nuestros propios términos). Al contrario, pluralizar la política quiere decir negociar con las voces que representan otros mundos (a los cuales nosotros denominamos solo naturaleza o cultura), aceptar el antagonismo y transformarlo en una negociación entre partes diferentes, pero reconocidas (De la Cadena, 2009: 167).

Incluso la izquierda, tradicionalmente más cercana a poblaciones indígenas, ha caído en el no reconocimiento de los interlocutores como iguales. Debemos dejar el “hay que respetarlos porque es su cultura”, “así son sus tradiciones” y “es parte del folklore”. Si bien indígenas y no indígenas nos encontramos relacionados por el espacio en el cual vivimos, debemos dejar de reducir sus mundos a los términos del nuestro (Salas, 2019: 43).

La antropóloga Marisol de la Cadena propuso el concepto de “cosmopolítica indígena” para referirse a las tensiones entre mundos indígenas y mundos más dominantes (Estado o empresas mineras, por ejemplo) y señala que estos mundos dominantes resultan incapaces de reconocer alguna posibilidad de existencia a los mundos indígenas (Salas, 2019: 48). Es decir, en la resolución de un conflicto social, los interlocutores no son considerados como iguales. Siempre se busca imponer una lógica homogénea y común, “la razón”, nuestra razón, la cual, a su vez, desacredita a los mundos indígenas, excluye su razón.

La voz de un apu, la agencia de un ruwal o el llamado de la naturaleza son “expresiones absurdas” para la derecha y son “manifestaciones culturales” para la izquierda. En ningún caso son consideradas como manifestaciones reales, bajo nuestra noción de realidad. Mientras las organizaciones políticas no entiendan que el mundo occidental, moderno, racional, lógico, limeño, científico, etc., no es el único mundo, mientras no se entienda que la misma imposición de este mundo supone la negación de todos los demás, mientras no entendamos que distintos mundos pueden cohabitar un espacio geográfico, no va a haber una representación indígena plena en las organizaciones políticas nacionales.

Por José Carlos Banda

 

 

Bibliografía

Caballero, Víctor (2016). ¿Qué más pruebas necesitamos para afirmar que Alan García miente? Utero. Recuperado de: http://utero.pe/2016/01/19/que-mas-pruebas-necesitamos-para-afirmar-que-alan-garcia-miente/

De la Cadena, Marisol (2009). Política indígena: un análisis más allá de “la política”. En: WAN (2009). World Anthropologies Network (WAN) / Red de Antropologías del Mundo (RAM). Electronic Journal. No.4. Enero, 2009.

García Sayán, Diego (1982). Almas muertas. Madrid: Aguilar.

INEI (2018). Perú: perfil sociodemográfico. Informe nacional. Recuperado de:  https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1539/libro.pdf

Mayer, Enrique (2017). Cuentos feos de la reforma agraria peruana. Segunda edición. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.

Quevedo Bardález, Lenin (2017) El genocidio perpetrado por Fernando Belaúnde contra los mayorunas. Servindi. Recuperado de: https://www.servindi.org/actualidad-noticias/17/04/2017/el-genocidio-perpetrado-contra-los-mayorunas-por-fernando-belaunde

Salas, Guillermo (2019). Lugares parientes. Comida, cohabitación y mundos andinos. Lima: Fondo Editorial PUCP.