No es posible democratizar la enseñanza de un país sin democratizar su economía y sin democratizar, por ende, su superestructura política.”

Mariátegui menciona en este ensayo: “La revolución de la independencia, produjo temporalmente la adopción de principios igualitarios. Pero este igualitarismo verbal no tenía en mira, realmente, sino al criollo. Ignoraba al indio”. En la actualidad en países como Bolivia, Colombia, El Salvador, México, Panamá y Perú en el caso de la educación terciaria las coberturas son cercanas a 5-10% para las poblaciones rurales en la mayoría de los países, pero de 25-45% en el sector urbano.

Los estudiantes de escuelas rurales no sólo enfrentan mayores retos para contar con los mínimos necesarios de desempeño escolar para poder competir por plazas y becas en estos niveles educativos, también refleja restricciones tanto al acceso físico a los servicios educativos como a los recursos necesarios para financiar sus costos. Como bien indicaba Mariátegui: “Disminuida la efervescencia de la retórica y el sentimiento liberales, reapareció netamente el principio de privilegio”.

Un estudio realizado por la Dirección Regional de Educación de Puno concluye que 20 mil 553 estudiantes abandonaron las clases virtuales de Aprendo en Casa en esta pandemia. Entre los principales factores que influyeron en la deserción escolar, destaca los escasos recursos económicos de las familias para adquirir equipos tecnológicos: TV, radio, celulares o computadoras, así como el no poder costear acceso a internet.

Cómo podríamos afirmar que hemos mejorado y hemos vuelto universal la educación si en América Latina los sectores rurales se caracterizan por presentar servicios educativos y de salud más deficientes, así como burocracias públicas con menores capacidades de gestión a causa de las dinámicas del centralismo. Si principalmente en países como Ecuador, Bolivia y Perú el porcentaje de participación del trabajo infantil en el sector agrícola alcanza el 62% en promedio, siendo la agricultura la principal fuente de trabajo de la población infantil rural en América Latina y el Caribe que es una de las actividades laborales más peligrosas para niños y niñas.

Sobre la educación superior Mariátegui mencionaba: “El objeto de las universidades parecía ser, principalmente, el de proveer de doctores o rábulas a la clase dominante. El incipiente desarrollo, el mísero radio de la instrucción pública, cerraban los grados superiores de la enseñanza a las clases pobres (La misma enseñanza elemental no llegaba –como no llega ahora– sino a una parte del pueblo) ”

Según el Banco Interamericano de Desarrollo, en Perú, sólo 8.17% del sector indígena entre 15 y 60 años tienen un nivel educativo superior frente a 21.68% de quienes se consideran blancos, mestizos u otros que han terminado la educación superior. La brecha en cuanto a niveles educativos alcanzados es mucho mayor para las mujeres indígenas: poco más de un tercio no tiene educación primaria.

Con relación a los docentes, el nivel socioeconómico del que provienen en el sistema público difiere de los demás trabajadores. Son pocos los docentes que pertenecen a hogares ubicados en el quintil más alto de la distribución de ingresos.

Los salarios de los docentes se ubican en el percentil 20 de la distribución de salarios de profesionales y técnicos del país, encontrándose 20% por debajo de quienes se desempeñan en profesiones comparables —contadores, abogados, médicos y otros profesionales—. Los salarios de los docentes han mejorado, pero los salarios del resto mejoraron aún más. En términos relativos, la profesión docente se hizo cada vez menos atractiva salarialmente. Este problema ya estaba siendo denunciado en el ensayo Proceso de Instrucción Pública: “La enseñanza universitaria permanecerá entregada al diletantismo mientras no se asegure a los profesores capaces de dedicarse absolutamente a la investigación y al estudio, el mínimum de renta indispensable para un mediano tenor de vida”

José Carlos Mariátegui luego de cien años de República, termina este ensayo con el siguiente balance que sigue vigente ad porta de la segunda centuria y se tratará de desarrollar en paralelo: “El balance de la primera centuria de la República se cierra, en orden a la educación pública, con un enorme pasivo. El problema del analfabetismo indígena está casi intacto». En la actualidad se ha evolucionado, sin embargo, el Instituto Nacional de Estadística e Informática concluye: de acuerdo con el área de residencia, el analfabetismo afecta en mayor proporción a la población del área rural, cerca de cinco veces más que al área urbana. Siendo la Sierra la que representa la tasa más elevada de analfabetismo, tres veces más que la Costa y casi dos veces mayor que la Selva. El Estado no consigue hasta hoy difundir la escuela en todo el territorio de la república. El Perú es uno de los países en América Latina que más bajo presupuesto destina a la educación tanto como porcentaje del Producto Bruto Interno o del presupuesto estatal como por alumno en PPA. Mariategui en su epoca decia: «Los rendimientos actuales de las Escuelas Normales no consienten demasiadas ilusiones sobre las posibilidades de resolver este problema en un plazo más o menos corto».  Como país ocupamos el puesto 64 de 77 países en la prueba PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes), ocupando el último lugar en Sudamérica.  Sigue Mariategui: «La carrera de maestros de primera enseñanza sujeta todavía en el Perú a los vejámenes y las contaminaciones del gamonalismo y el caciquismo más estólidos y prepotentes, es una carrera de miseria. No les está aún asegurada a los maestros una estabilidad siquiera relativa”

Siguiendo el pensamiento Mariateguista se debe garantizar condiciones básicas de calidad en las instituciones educativas, lo que no se reduce solo a temas de infraestructura y computadores sino a, en primer lugar, atender las condiciones de vida de los docentes y resolver sus problemas cotidianos: alza del piso salarial, atención de salud, etc. Es necesario un plan a largo plazo para el cierre de brechas educativas por razón socioeconómica, lengua materna, origen étnico, género u otras; con una estimación de la inversión a realizar en el corto, medio y largo plazo en términos de porcentaje de PIB y gasto público que asegure la efectiva universalidad de la aplicación del derecho a una educación para todas y todos. Transformar las escuelas en centros para el aprendizaje y la convivencia, sostenidas en una gestión descentralizada cobra sentido cuando vincula la educación con el desarrollo territorial, cultural y económico.

La historia no se repite, el sistema genera sus propias contradicciones, que luego de un proceso de acumulación histórica vuelve a su punto más álgido, han pasado 90 años de la muerte de José Carlos Mariátegui y nuestra República se mantiene con rezagos históricos que permiten la discriminación, la desigualdad y la exclusión acrecentando las brechas sociales que siguen siendo un lastre para nuestro país, a poco de llegar el bicentenario de la Independencia. Los 7 ensayos es una obra que nos permite entender nuestra realidad, así como las contradicciones del sistema económico que aún siguen vigentes, arrastrando y engendrando problemas en diferentes sectores sociales y productivos.

Es momento de revalorizar su mensaje e ir a la acción, encaminar la lucha hacia una sociedad más justa. No será suficiente el activismo político, es necesario como él mencionaba, el desarrollo cultural de la población, buscar ese equilibrio que tanta ausencia presenta nuestra clase política, y generar una intelectualidad que nos lleve a tener una conciencia de clase que permita fortalecer nuestros pilares ideológicos que nos dará la fortaleza para encaminar y forjar nuestro futuro y el de la nación. Como él menciona en el ensayo El problema de la tierra: “Un nuevo orden jurídico y económico no puede ser, en todo caso, la obra de un caudillo sino de una clase”.

Mientras existan diferencias sociales, un centralismo que excluya las diferentes regiones, el hombre no sea liberado a través de la educación y mientras el pobre no sea redimido, las obras del Amauta serán una invitación al análisis crítico y a la acción para ser actores de cambio hacia un país más justo.

Por Maydo Carrasco