Sobre el problema del indio

Existen autores que son referentes intelectuales dentro de un contexto histórico específico, y otros que su visión, producto de un análisis dialéctico del mundo y su inquebrantable determinación, los convierten en intelectuales atemporales que cruzan transversalmente diferentes generaciones, como lo es José Carlos Mariátegui que nos ha dejado grandes enseñanzas, marcando el camino a seguir para la reivindicación de los derechos sociales.

Pocos años después del centenario de la revolución de la independencia escribe “7 ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana” obra que ha influenciado a grandes autores, como José María Arguedas, perteneciente a la corriente indigenista. En el ensayo: “Proceso de la Literatura” ilumina lo esencial de esta corriente: “La literatura indigenista no puede darnos una versión rigurosamente verista del indio. Tiene que idealizarlo y estilizarlo. Tampoco puede darnos su propia ánima. Es todavía una literatura de mestizos. Por eso se llama indigenista y no indígena. Una literatura indígena, si debe venir, vendrá a su tiempo. Cuando los propios indios estén en grado de producirla…”

Dicha esta última frase, profundizaré en dos ensayos: “El Problema del Indio” y “El Proceso de la Instrucción Pública”. Definitivamente el mundo ha evolucionado, los conceptos han cambiado, las clases sociales tienen nuevos representantes, se han desarrollado nuevos mecanismos de manipulación y dominación; sin embargo, el capitalismo ha preservado su esencia: polariza la riqueza, excluye a la masa de trabajadores y campesinos del Ingreso Nacional, mantiene a nuestra clase rural y selvática, en la pobreza monetaria y educativa, generando desigualdad y por ende un desequilibrio social inminente.

En el análisis de estos dos ensayos he recurrido a diversas fuentes, entre ellas la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura, Centro de Estudios Económicos para América Latina y el Caribe, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, organizaciones que no se encuentran  en contra del capitalismo y mucho menos son socialistas, sin embargo, presentan las mismas denuncias que Mariátegui realizaba en su época, se podrá discrepar los mecanismos de solución pero no podemos cerrar los ojos ante la preservación de injusticias que tiene nuestro país, es por este motivo la vigencia de su pensamiento.

En “El Problema del Indio”, José Carlos Mariátegui menciona: “Todas las tesis sobre el problema indígena, que ignoran o eluden a éste como problema económico – social, son otros tantos estériles ejercicios teoréticos, – y a veces sólo verbales-, condenados a absoluto descrédito. No las salva a algunas su buena fe. Prácticamente, todas no han servido sino para ocultar o desfigurar la realidad del problema”

La problemática indígena comienza en nuestra economía, no debemos buscar sus causas en los mecanismos administrativos, jurídicos o eclesiásticos, ni en su dualidad o pluralidad de razas. El conjunto de las relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política, y a la que corresponde determinadas formas de consciencia social. Por eso, para tenerlo esclarecido y demarcado, es necesario reconocer el problema concretamente como problema económico, social y político, este punto es necesario para que la reivindicación indígena no carezca de concreción histórica. 

 Luego menciona: “La miseria moral y material de la raza indígena aparece demasiado netamente como una simple consecuencia del régimen económico y social que sobre ella pesa desde hace siglos Algunas de las brechas más profundas y persistentes en América Latina crecen rápidamente con el grado de ruralidad que coincide en muchos países de la región con poblaciones mayoritariamente indígenas, con tasas de pobreza extrema rural entre 2 y 11 veces las tasas urbanas.

En nuestro país, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, concluye que la pobreza monetaria en zonas rurales duplica el promedio nacional; y, en regiones como Ayacucho, afecta a 1 de cada 3 personas. La situación es aún más crítica cuando analizamos la situación desde el enfoque de pobreza multidimensional, pues la incidencia en zonas rurales es casi 10 veces superior a la de zonas urbanas. Y según el estudio “Vulnerabilidades, más allá de la pobreza”, indica que 1.8 millones de hogares en la zona rural son vulnerables, lo que equivale al 88% del total, situación que ilustra una mayor precariedad que se agudizaría aún más en esta crisis sanitaria.

Tenemos personas que no pueden mantener el distanciamiento social estando en su propia casa, la región de la selva tiene un 31% de hogares hacinados y el mayor porcentaje de hacinamiento extremo.

Con todas las medidas aplicadas hasta ahora, podríamos resaltar esta frase de Manuel Gonzales Prada que se menciona en este ensayo: “se pretendía que humanamente se cometieran inequidades o equivalentemente se consumaran injusticias…”

En nuestro país se encuentra establecido un modelo económico que fue formulado por el Consenso de Washington, impuesto luego de un autogolpe de Estado que no ha logrado desaparecer las grandes brechas existentes. Mariátegui menciona: “Mientras el virreinato era un régimen medieval extranjero, la República es formalmente un régimen peruano y liberal. Tiene, por consiguiente, la República deberes que no tenía el virreinato. A la República le tocaba elevar la condición del indio. Y contrariando este deber, la República ha pauperizado al indio, ha agravado su depresión y ha exasperado su miseria”

Cambiemos la palabra virreinato por neoliberalismo, encaja perfectamente a nuestra realidad, La República tiene deberes que no tiene el neoliberalismo y no ha podido elevar la condición del indio, la falta de integración económica de las comunidades rurales más pobres refleja a menudo políticas sistemáticamente sesgadas en contra de ese sector, o cuando menos, ineficaces para integrar a estas regiones y poblaciones de modo adecuado a los procesos de desarrollo nacional.

La persistencia histórica de amplias brechas en ingresos y oportunidades básicas de vida sugiere determinantes estructurales de estos sesgos y fracasos integradores más allá de los mercados.

Por ejemplo, el contexto económico internacional favorable registrado a inicios del siglo XXI promovió un boom agrícola en América Latina y el Caribe. Sin embargo, sus efectos fueron diferenciados, el crecimiento económico del sector agrícola se concentró principalmente en algunas zonas geográficas y en determinados productos vinculados a productores con acceso a mercados externos, pero los indicadores de pobreza multidimensional se han mantenido en niveles excepcionalmente altos en la mayor parte de los países de la región.

En Perú los grandes beneficiarios fueron los medianos y grandes productores situados básicamente en la costa. Lo que trae al presente una frase presentada por el Amauta en el ensayo de “Regionalismo y Centralismo”: “El Perú costeño, heredero de España y de la conquista, domina desde Lima al Perú serrano”

Para mitigar este problema es necesario generar políticas que no sólo estén enfocadas en el efecto crecimiento, sino también en el efecto distribución, donde los objetivos, además de generar sectores agrícolas más eficientes, desarrolle una gestión sostenible de los Recursos Naturales, sea inclusivo, tenga protección social e involucre programas de infraestructura. Es imprescindible un Estado presente y eficiente que cumpla con su responsabilidad de emancipar a cada uno de nosotros; a lo largo de la historia su pasividad e inacción, lo ha hecho cómplice de las diferencias sociales existentes y el mantenimiento de profundas contradicciones que sólo favorece a un sector dominante.

“El Problema del Indio” se encuentra vigente y como bien menciona José Carlos Mariátegui en este ensayo: “(…) La nueva generación peruana siente y sabe que el progreso del Perú será ficticio, o por lo menos no será peruana, mientras no constituya la obra y no signifique el bienestar de la masa peruana”.

Por Maydo Carrasco