José Carlos Mariátegui es uno de los pensadores más renombrados del Perú y a nivel mundial. Es por ello, que debe ser todo un honor escribir algunas líneas sobre él y su monumental obra. A parte que fue uno de los primeros intelectuales que conocí desde niño y le debo a su obra mi formación y mis primeras convicciones políticas y académicas. Si me decidí en la juventud estudiar la carrera de filosofía fue por la referencia a su pensamiento. Pero ahora ya a los cuarenta años, mis pensamientos y convicciones han virado, mi pensamiento ha madurado y sobre todo he podido separar lo que muchas veces no se puede en la juventud, y es la admiración de las ideas de Mariátegui a un nivel casi místicas y religiosas –el cual sustentaba por aquellas épocas en mis propias convicciones– y la real dimensión de su obra, su argumento teórico y sus consecuencias prácticas.
La obra de José Carlos Mariátegui es una obra monumental para el contexto social y la política de la Lima de a principios del siglo XX, cabe resaltar que nuestro gran amauta fue un intelectual autodidacta el cual fundamentó y gestionó su práctica política hacia la construcción del socialismo genuinamente peruano apelando para ello a un “marxismo abierto” según Augusto Salazar Bondy. Si el marxismo de Mariátegui fue un marxismo ortodoxo o heterodoxo, proviene de la raíz del problema de identificación no propiamente marxista de Mariátegui el cual parte de sus escritos donde utiliza y comenta generalmente a intelectuales burgueses y decadentes –el cual el mismo marxismo intentaba satanizar– sobre todo por la línea del “marxismo duro” de aquellos tiempos, es decir, el marxismo-leninismo. También debemos mencionar que tuvo diferencias y distanciamiento político con partidarios no sólo de izquierda sino de la misma línea dura ideológica; y por ello, desarrollaría un marxismo original el cual sustentaría las bases teóricas para la toma del poder político en el Perú. Fue un intelectual el cual sufre no solo la lucha por el cambio social que aún en algo retumba en nuestra izquierda peruana desde la política sino lo que está detrás de la praxis revolucionaria, la lucha por la ideas, la lucha ideológica, y en especial la construcción teórica idónea, el cual pondría la bandera y el pensamiento guía para la revolución peruana. Es ahí donde expongo está problemática, el cual devela y desnuda la quid y esencia del problema de las ideas o en el campo académico e intelectual, de la asimilación de su pensamiento por parte de sus discípulos y herederos y su posterior vigencia.
No me voy a referir si su fue un buen marxista o un mal marxista, si fue netamente hegeliano o un seguidor devoto marxista. Considero que todo aquello ya ha sido investigado y se ha publicado innumerables estudios y trabajos al respecto. En lo que me quiero referir es con lo siguiente y es el plano de las ideas y la especulación filosófica donde se origina este problema. Es en el campo de la filosofía y teoría en estricto sentido, donde es el primer campo de batalla el cual se enfrenta Mariátegui, y con la pregunta que alguna vez él mismo se hizo ¿y por qué seguir a Marx? La obra de K. Marx y F. Engels no es totalmente uniforme ni sistemática, tampoco metódicamente es orgánica, puesto que es una cosa sustentar una filosofía como concepción científica y otra es utilizar principios o ideas fuerza para evaluar una realidad social en concreto. Otra cosa es el Materialismo Histórico –sustentado por Marx y de inspiración hegeliana– y otro es el planteamiento filosófico del materialismo dialéctico, justificado por las ideas más o menos positivistas que manejaba Engels. Una grave ausencia en la obra de Marx son sus trabajos entorno a la estética y a la ontología propiamente dicho, -el cual considero que es un Hegeliano de izquierdo muy esquemático y poco esclarecedor- es decir, a lo que él denominó la correlación metodológica de la sociedad, del cual se desprende la epistémica marxista, de cómo se concatena el nivel socio-económico de una sociedad cualquiera con la superestructura de dicha sociedad –nivel ideológico, ya sea jurídico, político, religioso, valorativo, ético, estético, cultural, visión del mundo, etc–. Lo que si se encuentra en sus escritos es un esquematismo teórico basado más o menos en el denominado “Homo-Economicus” muy de moda en la lucha ideológica de los optimistas y pesimistas del siglo XIX. A parte que basa toda su lucha teórica en el progresismo, el cual ahora en el siglo XXI podemos ver que ya no cala o se acepta fehacientemente. Es de ahí que, José Carlos Mariátegui tuvo problemas conceptuales muy graves al cual enfrentarse. Ni nos preguntemos de ¿Por qué seguir la línea dura de Lenin? Si en tiempos de Marx y Engels la lucha de clases se planteaba en que la revolución se realizaría en una sociedad desarrollada o que necesariamente seria consecuencia inevitable en los “países desarrollados” y no en las sociedades mas atrasadas del mundo, para Marx era Alemania, para Engels era Inglaterra.
José Carlos Mariátegui asume un marxismo intrínseco, el cual hasta ahora en el Perú no ha habido trabajos serios o notables pero sí ha habido algunos intentos para desentrañar ¿Cuál fue el marxismo de Mariátegui?. No esta demás decir que en el Perú y en el campo intelectual se cultiva generalmente el ensayo como forma de trabajo intelectual, el cual no es señal negativo de nuestro forma de cómo penetramos en el Logos pero si ha señalado un camino deficiente y que ha vislumbrado un nivel teórico pobre y muchas veces totalmente anquilosado. A parte del excesivo especialismo que ha matado la reflexión fecunda, etc, etc. Es así que podemos comprender la asimilación y reformulación del concepto teórico del “Mito revolucionario en el pueblo” tomado de G. Sorel para sustentar un espíritu positivo y renovador en la construcción de ese hombre nuevo con la bandera del socialismo. No fue casualidad que él diga la frase siguiente: “Un Socialismo sin calco ni copia”. Y para así concientizar el alma del pueblo o de esa asociación obrera y campesina y así constituir lo peruano, que traducido en sus propios términos es socialismo puro las raíces andinas de nuestras tierras, de ahí, su otra frase “peruanicemos al Perú”. Este tipo de reflexiones y polémicas es natural en el campo de las ideas filosóficas en el Perú –lo repito– pero que en verdad pocos conocen e investigan. José Carlos Mariátegui fue un investigador y un pensador, más no un filósofo en estricto sentido –más fue un pensador con una metodología filosófica– no porque no se haya graduado en la Universidad sino que su pensamiento todavía le debía mucho a ese Marx revolucionario y maduro el cual él conoció en sus obras, lo que quiero decir es que su pensamiento entró en el rigor del debate político de su tiempo y se asimiló en el campo de la ideas con el cual hace su entrada inaugural –según Miro Quesada Cantuarias– en los filósofos de primera generación de los grandes patriarcas, es decir, los intelectuales y filósofos que trajeron la filosofía europea no de nivel o rigor pero si lo divulgaron. No está demás decir que se quedó en el camino de la llamada segunda generación “los forjadores” o lo que se proyectaban en generar un filosofar auténtico, o mejor dicho darle ese sustento argumentativo que toda buena filosofía debería tener, y que él sabía que el Perú lo necesitaba, de su vocación y persistencia en construir y desarrollar el socialismo para nuestro país. Los límites teóricos de José Carlos Mariátegui eran los huecos y yerros de Marx además de la falta de mayor conocimiento profundo de su pensamiento. Esa era la gran tarea y derrotero de su pensamiento y obra. En cambio sus discípulos se enfrascaron en luchas políticas y guerras fratricidas por el poder mas no entendieron que el debate intelectual no solo era por el horizonte conceptual abierto del marxismo sino de la lucha y versatilidad de dicha teoría en el plano social, en poner a prueba la validez de sus propias convicciones, queda claro que la política corta y corta las alas de la intelectualidad –por lo menos eso se puede observar en nuestro país– y que sus herederos y promotores tienen mas una imagen de Mariátegui de maestro incuestionable y mucho mas de mística, –muchas veces llevado hasta de un fanatismo cuasi religioso– mas no de intelectual y constructor de argumentos para analizar nuestra sociedad. No meto a ese saco del posterior desarrollo de la línea dura del Marxismo y de lo que se llamó en su tercera etapa el maoísmo –puesto que Mariátegui ya había fallecido- no esta demas poder elucubrar si pudo admirar a Mao, eso lo dejo a sus cultivadores y entusiastas. Y llegamos a nuestra tesis central sobre Mariátegui; considero que fue un gran intelectual de su tiempo –pues estamos en el siglo XXI- un pensador, admirador de Marx, pero sobre todo un entusiasta cultivador, el cual intentó organizar un pensamiento sistemático entorno a lo que se denominó “El marxismo” y de ahí genera su “marxismo original” es decir, un marxismo como esquema metodológico pero de raíces propias y con una nueva espiritualidad moderna y de justicia social el “socialismo peruano” y a través de su lucha por alcanzar un sueño: el mito revolucionario de las clases desposeídas en el Perú. Mariátegui no fue un publicista, es decir, un mero repetidor y esquemático de ideas, no lo fue. Ni tampoco un filósofo, puesto que no tuvo ni el tiempo ni la vida para construir una filosofía netamente propia. Podemos comentar que –escribió un articulo estrictamente filosófico en su vida y que fue publicado posteriormente– quizás por ahí haya escrito un par más, pero no lo sabemos aun, no obstante sus escritos tuvieron reflexiones filosóficas totalmente diseminadas en sus trabajos, el cual partía por esa preocupación por el otro, por la solidaridad de las clases sociales desposeídas y sus demandas y luchas por la justicia social, la reivindicación del indio, el problema del indio, el cual ahora se traduce en el problema del cholo pobre. Todo este contenido escapaba de lo literario o netamente periodístico, que tenía un fuerte ribete sociológico, y por ello, se denominada en el siglo XIX “filosofía social” es decir, generar ideas propias entorno al planteamiento marxista. Para mi José Carlos Mariátegui es un gran pensador, o denominado por Leopoldo Zea un filósofo afirmativo o simplemente un creador de ideas esencialmente regional pero de vertiente europea, con ello se cae las tesis que fue un europeizante a secas, esto no le quita merito. El merito y la lucha por sus ideas recae en su continuadores y entusiastas –vuelvo a recalcarlo-.
Para el Perú del siglo XXI que significa Mariátegui y su obra, primero la crisis de los ochentas y el posterior instauración de un capitalismo salvaje a modo de una política económica estrictamente neoliberal y a manos del poder político corrupto del fujimorato de los 90 introdujo la deselitizacion de la economía, –que ya venia poco a poco deshaciendo con las migraciones y las barriadas de los 50 y la reforma agraria de los 70–, generando para ello un mentalidad mestiza nueva o chola. El cholo emprendedor o de mentalidad autoempleadora, el famoso misterio del capital, en fin, la desproletarizacion del migrante, la alienación colectiva diaria del progresismo superficial por los medios de comunicación social, el mito de la asequibilidad de ser clase media a pesar de la pobreza e informalidad reinante, el arribismo político desvergonzado, a parte de la democracia virtual y la corrupción generalizada, además de los grandes males del capitalismo negro de los países desarrollados ha hecho que el provinciano o de origen provinciano no repiense sino cambie de actitud ante la vida, con una mentalidad más servil y acomodaticia de sobrevivencia. Esta mentalidad ladina y muchas veces apegada a un sentido religioso cada vez más sincrético y costumbrista que moral y de un sentido propositivo de la vida. Podemos mencionar aquí sin equivocarnos que la derrota material de la izquierda peruana ha generado su debacle de ideológico, ya sea en sus partidos electoreros convencionales y en sus vertientes radicales. Esto también fue generado por los procesos históricos clave de la desaparición de los bloques socialistas o del socialismo realmente existente en el mundo desde la caída del muro de Berlín, la desmembración de la URSS y el viraje económico de China. Todo ello le ha pasado factura al militante de izquierda el cual le ha generado un practicismo ideológico, potable, portátil, modista o simplemente ultradogmatico o un infradesarrollo auténtico, y tuvo como consecuencia en ya no buscar una funcionalidad ideológica vigente de sus propios planteamientos. Poco a poco decae ese “mito del revolucionario” y se instaura el “mito del emprendedor”. Mariátegui para estos tiempos necesitamos más que de revivirlo reformularlo no sus recetas y medidas políticas, sino replantear sus grandes cuestionamientos por la justicia social y la verdad que aun nuestra sociedad nos lo demanda. Los grandes problemas de la realidad nacional no se han resuelto sino que se han complejizado a un nivel tan grande que nuestra intelectualidad esta a la saga y cada vez ya no busca grandes respuestas o se queda simplemente en la coyuntura opinologa vacua. No está demás afirmar que nuestras elites y grupos de poder se han vuelto cada vez más serviles al poder extranjero y totalmente amparados en mantenerse en la periferia de la política mundial.
Aquí solo menciono algunas críticas constructivas de su pensamiento –entendida en el debate limpio de las ideas y basado en la búsqueda de argumentaciones coherentes, de creación académica y de rigor intelectual: Para Juan Abugattás A. José Carlos ya es un teórico muerto y superado no porque él lo sea sino que el marxismo ya pasó a la historia por su concepción progresista del siglo XIX (1). Para Hugo Chacón M. Mariátegui es creador de un socialismo peruano basado en la asimilación y absorción de lo andino con lo criollo y eso es un craso error porque hay que basarlo en lo andino propiamente dicho (2). En Ricardo Paredes Vassallo afirma que Mariátegui es un teórico que no comprendió que la génesis del poder político se incuba en el poder social de la gente, es por eso que jamás entendió la realidad peruana (3). David Sobrevilla afirma que Mariátegui aun pervive pero en forma de ir más allá de Mariátegui pero con un derrotero que asimile la realidad del contexto del siglo XXI (4). Para Raymundo Prado R. aun sigue vigente el “corpus mariateguista” y afirma que el socialismo es el baluarte para superar todos nuestros males y la constitución del proyecto moderno del país (5). En cambio para Gustavo Flores Quelopana, Mariátegui busca una nueva racionalidad propia y que elimine el paradigma europeo y constituya una nueva identidad cultural donde se enmarca en la formación de una nueva alternativa civilizatoria y concluye que debemos ir mas allá de Mariátegui (6). Para José Ignacio López Soria simplemente es decirle adiós a Mariátegui pero desde una perspectiva posmoderna o mejor dicho reconociendo que sus presupuestos conceptuales son meramente referenciales, definitivamente decirle adiós a todos los mitos o metarrelatos (7). Termino este artículo sosteniendo que para mi José Carlos Mariátegui no debe tener solo un significado por su nombre intelectual o de verlo por sus consecuencias prácticas de su orientación filosófica y política sino buscar esa definición –como diría Juan Abugattás– que tanto hace falta al Perú, y dejar de caer en la mediocridad potable de la coyuntura o de los intereses creados de grupos de poder o de elites (8), el cual abre una brecha abismal en todo nuestro debate académico y afecta nuestra convivencia en sociedad civil, lo que quiero decir, es que valoremos la figura de Mariátegui en su búsqueda por un Logos que represente genuinamente al Perú sino el cual involucre su perspectiva en encontrar soluciones -a corto, mediano y largo plazo- a los grandes males de nuestra crisis nacional.
Por: José E. Chocce
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