Industria en Perú acumula caída de 6.6% en últimos tres años ...
Foto: Gestión.pe

Las mypes y autoempleados estamos en una hora histórica crítica. Muchos comienzan a reiniciar sus actividades económicas, al igual que ya lo hicieran empresas del gran capital, nacionales y transnacionales. La confederación de empresarios (CONFIEP) nos dice que debemos trabajar por recuperar pronto la “normalidad” de nuestras actividades.

¿Ellos de qué “normalidad” nos hablan? Todos tenemos empresas o emprendimientos como autoempleados, sin embargo, ¿nosotros somos iguales que ellos, tenemos los mismos intereses?, ¿queremos volver a la “normalidad” de antes o, por el contrario, aspiramos a un futuro mejor para nuestras familias, nuestras empresas y nuestro país?

Paralelamente, el gobierno autoriza el reinicio progresivo de las actividades económicas y lanza una campaña denominada “POR UNA NUEVA CONVIVENCIA”, el cual invita a mirar el futuro, a ver nuestro desarrollo más allá de lo sectorial, lo económico o lo inmediato, con el objeto de que contribuyamos a crear un nuevo estado de ánimo nacional que ayude a superar los daños causados por la pandemia del virus.

Esta situación nos plantea una reflexión – acción de carácter histórico. Mientras al gran empresariado le conviene y quiere que regresemos al pasado, las circunstancias nos exigen pensar y actuar más allá de lo que conviene a nuestros bolsillos. Pensar no solo como empresarios o emprendedores sino, también, como ciudadanos, como parte de una sociedad, de un país, de una nación en construcción.

En este marco tenemos que reconocer que la pandemia del coronavirus ha puesto al descubierto no sólo el abandono de nuestros sistemas de salud, sino también, los grados de pobreza y exclusión en que subsisten millones de personas, habiendo desnudado cómo está organizada nuestra sociedad, al servicio de quienes está el Estado y sus instituciones. Recordemos algunas características de la “normalidad” peruana al inicio de la crisis, que el “gran” empresariado ayudó a construir:

  • Un país cuyas clases dominantes organizaron un sistema económico de privilegiados (con exoneraciones/beneficios tributarios para pocos), excluyendo a mayorías que, supuestamente, sólo éramos “cholos baratos”, mientras alentaban nuestro extremo individualismo.
  • Un país privatizado, mercantilizado y dominado por el insaciable afán de lucro de oligopolios como la industria farmacéutica, que amparados en el “libre mercado” trafican con la economía, salud y bienestar del pueblo.
  • Un país centralista que dejó abandonadas a las provincias y a los provincianos.
  • Un Estado cooptado por mafiosos “de cuello y corbata” (¿alguien cree casualidad que ellos siendo el 0.6% de empresas reciban el 88% de los fondos de “REACTIVA PERÙ”?).

Ahora tenemos que decidir, ¿regresaremos a la “normalidad” que conviene y quiere el “gran” empresariado? ¿nos dejamos llevar de las narices sólo por nuestro afán de lucro? o de cara al bicentenario de nuestra república, junto a otros sectores económicos y sociales, clausuramos este período histórico y trabajamos por reemplazarlo por otro sistema mejor, más humano, más justo para todos. ¿Podemos ser el empresariado que necesita nuestro país? Un empresariado que no solo piense en engordar su billetera, sino, comprometido con el fortalecimiento de nuestras empresas y el desarrollo sostenible de nuestro país.

Desde las pequeñas y microempresas, así como de los emprendimientos individuales, podemos contribuir a que nuestro país tenga una economía, una industria y un mercado interno sólidos, con un Estado soberano, comprometidos con el crecimiento diversificado de nuestra economía, la creación de empleos dignos y la justa distribución de las riquezas. Desde esta base podemos ser parte de las fuerzas del cambio y lograr lo que se llama un NUEVO PACTO SOCIAL entre las y los ciudadanos, que debe expresarse en una nueva Constitución, que permita que un nuevo gobierno regule la economía para fortalecer empresas al servicio del Perú, garantizando servicios sociales básicos como salud, vivienda y educación para todos. ¿Usted qué opina?

Por Guillermo Nolasco