Gobernador de San Martín: “Recibiremos a 1500 personas e irán a ...
Foto: Canal N

Desde el 16 de marzo, el Estado peruano les restringió a sus ciudadanos algunos derechos para poder garantizar la salud de todos. La pandemia del COVID-19 generó que se establezca el estado de emergencia y la inmovilidad social obligatoria en todo el país. Con ello, los peruanos fueron forzados a permanecer en sus casas para prevenir el contagio de la enfermedad. El Gobierno les prohibió a las personas salir a caminar y les pidió que trabajen en sus hogares con la intención de preservar la salud pública. Este parece ser el axioma detrás de las políticas que rigen el país desde hace días. Esta idea tan sencilla, sin embargo, oculta algunas diferencias que es necesario discutir. La salud, el trabajo e incluso la acción de caminar se han visibilizado como actos políticos inmersos en una serie de procesos sociales.

El acto de trabajar no solo es una actividad esencial para el ser humano al generar su sustento económico, sino que también es un criterio de valoración tanto para la persona como para el Estado. En la sociedad actual, el trabajo puede llegar a definir a una persona. Al conocer a alguien, una alternativa común de interacción, después de preguntarle su nombre, puede ser “en qué trabajas” o el más sutil “a qué te dedicas”. Por esto, la situación de desempleo no solo es un problema para uno en materia económica, sino que es una condición que se suele tratar de ocultar por el estigma que implica. Una persona que trabaja es una persona que genera algún valor y que, por lo tanto, es útil para la sociedad. Desde esta perspectiva, una persona que no trabaja pierde dicha utilidad. En esa misma medida, el índice de empleo es un indicador importante para los Gobiernos. Los ciudadanos migran hacia aquellos países donde abunda el empleo, porque ahí “sí hay oportunidades”. En cambio, los países donde no hay trabajo suelen ser considerados como Estados que le han dado la espalda a su gente. Por ello, el prestigio de un gobierno puede ampararse en este indicador. Un claro ejemplo, dentro del Perú, es el caso de Ica, región que alcanzó el pleno empleo y que fue considerada como el “milagro” del país (El Montonero, 2019)

Bajo este enfoque, no cabe duda de que el trabajo siempre es positivo. Sin embargo, el trabajo no es igual para todos ni se da en las mismas condiciones. Mientras que algunos pudieron adecuarse a la dinámica del teletrabajo rápidamente y pudieron mantener sus salarios, otros fueron forzados a perder sus medios de ingreso económico. La situación es contundente: el 41% de personas del sector socioeconómico A continua recibiendo ingresos de manera habitual y el 27% de ese sector asegura que sus ingresos solo se han reducido ligeramente, mientras que, en el sector socioeconómico D, las personas que continúan recibiendo ingresos de manera habitual solo ascienden a un 2%. El 53% del sector socioeconómico D, según la encuestadora IPSOS, ha dejado de percibir ingresos (La República, 2020).

Un sector socioeconómico del país continúa trabajando con normalidad, mientras, seguramente, ve por la televisión cómo la policía persigue, detiene y le decomisa sus mercancías a otro sector socioeconómico que lucha por tratar de seguir trabajando. El empleo, para unos, es una lucha diaria en la que incluso es necesario poner en riesgo su salud y su propia vida. Para otros, el empleo es solo una característica más. ¿Dónde vives? ¿De qué colegio eres? ¿En qué trabajas? Solo son cuestiones dadas y que ocultan los privilegios de un sector. Para unos el trabajo se volvió teletrabajo. Para otros, por las características propias de su actividad, el teletrabajo no es una opción. Entonces, su actividad de sustento económico, si es que ya no lo era antes, pasó a ser un deporte de riesgo en el que exponen sus vidas hasta el límite y en el que los espectadores los estigmatizan como culpables, irresponsables e inconscientes.

La salud también es otro concepto que puede tener distintos significados. La salud es lo primero, sin salud no hay más. Estas frases pueden ser ampliamente conocidas. Sin embargo, las concepciones sobre lo que es la salud pueden variar de hogar en hogar.

Las epidemias en el Perú no son una novedad. El cólera está en la memoria de muchos y, más recientemente, el dengue es otro problema que aún sigue sin solución. No obstante, todas estas enfermedades claramente afectaron a unos y no a otros. Para no contraer el cólera es necesario lavar los alimentos. Mientras que esto puede ser casi natural para algunos, el agua es un lujo con el cual otros no cuentan. En el caso del dengue, se recomienda tapar los baldes de agua para evitar que estos zancudos dejen ahí sus huevos. Seguramente, otros se preguntarán para qué almacenar agua si esta llega por tuberías. Las pandemias no son algo nuevo en el Perú, pero mientras que unos las han vivido en carne propia, otros las leían en el periódico o las veían por la televisión.

Una diferencia similar se aprecia entre aquellos que deben vivir el sistema de salud público, quienes luchan para poder conseguir una cita, una cama o un medicamento, y aquellos que se atienden en una clínica privada, bajo la cobertura de un seguro privado de salud. En medio de esta diferencia, cómo podemos explicar que la mayoría de la población apruebe la gestión del Gobierno frente a esta pandemia (Canal N, 2020). En primer lugar, a diferencia de epidemias anteriores, el COVID-19 en el Perú tuvo un origen más elitista. Esta enfermedad llegó a través de peruanos que se encontraban en el extranjero y, entre los primeros casos, se encontraron estudiantes de colegios de élite residentes en barrios privilegiados de la capital (Perú 21, 2020). El COVID-19, a diferencia del dengue o del cólera, es una enfermedad que no discrimina. En segundo lugar, al tratarse de una pandemia, el tratamiento de la enfermedad está casi monopolizado por el Estado. Entonces, aquellos que disfrutaban de un sistema de salud paralelo deben empezar a entender la salud como el resto de los peruanos.

Tanto la concepción de la salud como la del trabajo nos han hecho, entonces, entender que algunos conceptos tienen múltiples maneras de ser comprendidos. Por ejemplo, la conocida frase “quédate en casa”, que se escucha en distintos medios y en diferentes idiomas, para unos, es una elección entre permanecer a salvo o correr el riesgo de enfermarse y enfermar a un ser querido. Esta misma frase, para otros, significa o morir por la enfermedad o morir de hambre. Como ya señaló una reciente encuesta, los peruanos le temen más al hambre que a la enfermedad (RPP, 2020a).

Otra situación sobre la cual se ha empezado a discutir durante esta cuarentena es la movilidad. Algunas grandes ciudades han reducido su tránsito de personas, dado que el gobierno les ha pedido a sus ciudadanos que se queden en casa. De esta manera, se han cerrado los centros comerciales y las playas lucieron pobladas solo de gaviotas durante el fin del verano. Ante esto, algunos ciudadanos han tenido que caminar a lo largo de la sala de su casa, en su jardín o subir y bajar las escaleras de su edificio para poder cumplir con su cuota de actividad física. La necesidad de salir a “dar una vuelta” fue tan visible durante los primeros días de la cuarentena que se discutió, por ejemplo, el reclamo de muchos ciudadanos que exigían la libertad de poder sacar a pasear a sus mascotas. El Gobierno, finalmente, autorizó el permiso para poder dar una pequeña vuelta con las mascotas cerca de la vivienda (RPP, 2020b).

Tras centrarse en un primer momento en algunos hechos anecdóticos, como el caso de cientos de ciudadanos siendo detenidos por salir a pasear a sus mascotas, la prensa más recientemente volcó su atención en otro suceso: miles de peruanos empezaron a caminar hacia sus lugares de origen. Específicamente, se calcula que 167 mil peruanos tienen la necesidad de regresar a sus lugares de origen y muchos de ellos piensan hacerlo caminando (Ojo Público, 2020). Ya hay noticias de ciudadanos que tras haber caminado miles de kilómetros han llegado a sus hogares. Todo esto, como ya lo han empezado a ver ciertos académicos, pone en evidencia que una acción tan común como caminar puede volverse un acto político que refleja una serie de procesos sociales detrás (Rijal, 2020).

Mientras algunos peruanos pueden escoger si caminan por su jardín, si salen a dar una vuelta con su perro o si van al supermercado a hacer algunas compras, otros simplemente no tienen esa opción. Para 167 mil peruanos, caminar no es una opción, es una obligación que responde a una serie de necesidades y presiones generadas a partir de estructuras económicas y sociales (Rijal, 2020). La cuarentena exige quedarse en casa, pero miles de peruanos han sido echados de sus casas por no poder pagar sus alquileres. La cuarentena exige salir solamente a comprar alimentos y hacerlo solo un miembro por familia, pero 167 mil peruanos ya no pueden comprar alimentos porque esa misma cuarentena les impidió seguir trabajando. Entonces, lo que para unos es una pequeña caminata diaria, para otros se volvió caminar miles de kilómetros hasta llegar a la ciudad de origen con la intención de encontrar un techo y un poco de comida.

Lo que evidencia esta larga caminata es que el sueño de un futuro mejor al migrar a las grandes ciudades muchas veces es un esfuerzo diario lleno de adversidades. Para cientos de miles de peruanos las injusticias y la indiferencia es algo de todos los días, pero durante esta cuarentena ya la situación se volvió insostenible. El acto de caminar, entonces, puede volverse una manera de decir que cientos de miles en este país no tienen un trabajo estable, no cuentan con beneficios laborales, no reciben los ingresos suficientes como para poder afrontar una cuarentena en casa; el acto de caminar evidencia que muchos ciudadanos no tienen un hogar desde donde seguir los mensajes del Presidente. Asimismo, estas largas caminatas han puesto en evidencia que el Estado se preocupó por traer a miles de peruanos de sus vacaciones en Miami, pero solo puede garantizar el traslado de 5 mil peruanos entre sus provincias (Ojo Público, 2020). Las largas caminatas han mostrado que para muchos el Estado exige, pero no les brinda casi nada. Estas caminatas han mostrado también que las distancias entre Lima y las provincias son más extensas que la distancia entre Lima y Miami, y que la labor de los gobiernos locales muchas veces también deja mucho que desear. Mientras que unos caminan porque de vez en cuando es bueno estirar las piernas, otros lo hacen porque no entran en la categoría de “ciudadanos” y tienen que caminar miles de kilómetros (y enfrentar todos los riesgos que eso implica) para no morir de hambre.

Esta situación de cuarentena, entonces, debería servir para discutir nuestra noción de trabajo o salud. Las largas caminatas de muchos compatriotas nos han mostrado que la cuarentena no es igual para todos y que lo que consideramos más básico o esencial puede ser un privilegio. Las prácticas más cotidianas pueden retratar que la pandemia no nos afecta a todos por igual y que  algunas categorías homogenizantes, como ciudadanos, por ejemplo, ocultan profundas diferencias de ver la vida y enfrentarla cada día.

Por José Banda

 

 

 

Bibliografía:

Canal N (2020). Martín Vizcarra: El 83 % aprueba gestión del mandatario, según encuesta de Ipsos Perú. 19 de abril de 2020. Recuperado de: https://canaln.pe/actualidad/martin-vizcarra-83-respalda-gestion-presidente-segun-encuesta-ipsos-peru-n411396

El Montonero (2019). ¡Pleno empleo en Ica! 21 de marzo de 2019. Recuperado de: https://elmontonero.pe/economia/pleno-empleo-en-ica

La República (2020). 35 % de peruanos ya no reciben ingresos debido a la cuarentena, según Ipsos. 12 de abril de 2020. Recuperado de: https://larepublica.pe/economia/2020/04/12/coronavirus-en-peru-ipsos-peruanos-experimentaron-una-reduccion-en-sus-ingresos-segun-encuesta-video-mdga/

Ojo Público (2020). La dura travesía de los más pobres: pandemia y desempleo expulsan a miles de migrantes. 26 de abril de 2020. Recuperado de: https://ojo-publico.com/1786/desplazados-por-la-pandemia-la-travesia-de-los-mas-pobres

Perú 21 (2020) Newton College suspende clases hasta el 20 de marzo por estudiante contagiado con coronavirus. 8 de marzo de 2020. Recuperado de: https://peru21.pe/lima/coronavirus-la-molina-newton-college-suspende-clases-hasta-el-20-de-marzo-por-estudiante-contagiado-con-coronavirus-noticia/

Rijal, Bicram (2020). Walking becomes political during the pandemic. Anthro{dendum}. Recuperado de: https://anthrodendum.org/2020/04/30/walking-becomes-political-during-the-pandemic/

RPP (2020a). Estado de Emergencia: El 51% de peruanos tiene más miedo al hambre que al coronavirus. 28 de abril de 2020. Recuperado de: https://rpp.pe/economia/economia/estado-de-emergencia-el-51-de-peruanos-tiene-mas-miedo-al-hambre-que-al-coronavirus-noticia-1261748

RPP (2020b) Mininter: Estas son las personas que están exceptuadas de la nueva restricción de salida por días. 2 de abril. Recuperado de:https://rpp.pe/politica/gobierno/mininter-estas-son-las-personas-que-estan-exceptuadas-de-la-nueva-restriccion-de-salida-por-dias-noticia-1256125