España_2019_EFE
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Las democracias neoliberales han venido generando polarización política y social en los diversos países europeos a partir del conjunto de medidas de ‘austeridad’ que precarizan directamente la vida de las personas. El descontento, en la medida que la polarización crece, ha ido encontrando formas ultra conservadoras de expresión política que ha crecido a costa de las viejas clases políticas incapaces de expresar el sentir actual de los ciudadanos. Los más golpeados han sido los denominados ‘centros’ políticos, que en otras palabras equivaldría a señalar que dada la incapacidad para dar respuestas que impliquen tocar los privilegios de las oligarquías con quienes gobiernan a gusto, han ido opacándose de la escena política y cobrando protagonismo más bien fuerzas que polarizan.

España no ha sido la excepción de este fenómeno que en países como EEUU o Brasil han tomado formas hasta macabramente satíricas al tener a Trump y Bolsonaro como presidentes. Las medidas de ajustes y precarización de la vida cotidiana impulsado por los gobiernos de las élites provocó un conjunto de luchas y movilizaciones que tuvieron hitos como el 15M en 2011. El descontento ante una democracia que traía pesadumbre para los ciudadanos abrió un escenario con las condiciones para la emergencia de una fuerza política cuestionadora al status quo y como un esfuerzo por hacer posible otra democracia, eso fue Podemos y su irrupción en la escena política. Al poco tiempo despegó Ciudadanos como una versión neoliberal que se reclamaba renovadora de la vieja política al que acusaba al entonces gobernante Partido Popular.

El último año político en la península estuvo marcada por la caída del gobierno de Rajoy en medio de escándalos de corrupción que dio paso a Pedro Sánchez del PSOE como jefe de gobierno. Ante ello el boicot constante de los sectores conservadores de la derecha y las indefiniciones propias de Sánchez llevaron a que se vea obligado a convocar nuevas elecciones. Esta última elección ha estado a su vez marcada con el tema de las soberanías de los pueblos de España como es el caso del independentismo catalán que polarizó y descuadro las posiciones de las fuerzas políticas. Los que mejor manejaron el asunto, y a su modo, fueron los sectores conservadores quienes hicieron de la unidad de España y la defensa de sus ‘tradiciones’ su bandera, negando con ello el carácter plurinacional de este país, y cuestionando los avances democráticos llevados adelante por los movimientos sociales, como el feminista, por ejemplo.

De ese modo, con la crisis del Partido Popular, la vieja derecha conservadora, se abrió una franja que favoreció el crecimiento electoral de Ciudadanos y el despegue de los ultra conservadores de Vox. Desplegando una campaña de miedo hacia los independentistas y las fuerzas democráticas aglutinaron los temores de los españoles conservadores y exacerbaron los miedos ante los cambios. Los discursos ultra nacionalistas, conservadores, antinmigrantes, etc. relucieron en esta franja de derechas.

Estos discursos exacerbados desde las derechas conservadoras generaron a su vez una impronta movilizadora entre los diversos sectores progresistas y antineoliberales de cara a cerrarle el paso a estas fuerzas. Los problemas internos de Unidas Podemos, la cierta descolocación por la que pasaron cuando reventó el tema catalán, entre otras cosas pareciera que les pasó factura. El PSOE llevó adelante una estrategia de llamar al ‘voto útil’ que terminó generándole resultados y posicionándolo como la principal fuerza electoral de contención a los conservadores. Así le quitaron fuerza electoral a la alianza entre Izquierda Unida y Podemos, no en tanto que la caída en lo electoral abre el paso a consolidar a estas organizaciones como fuerzas políticas claves en el nuevo contexto que se abre con los conservadores dispersos y disminuidos electoralmente en comparación con los últimos procesos eleccionarios. De esta manera es que el descalabro del PP fortaleció a Ciudadanos y favoreció el ascenso de Vox; éste último polarizó aún más las posiciones y fue aprovechada por el PSOE que en su llamado al voto útil afecto la votación de Unidas Podemos.

Con la nueva conformación de fuerzas políticas en el parlamento de España y con los dos grandes bloques diferenciables las luchas entre uno u otro bloque por formar gobierno, primero, y por sacar adelante medidas de gobierno van a marcar la agenda. A ello se suma las elecciones locales previstas para fines de mayo que debieran acentuar, si no hubiera mayores cambios, la voluntad expresada en la última elección general.

Los problemas al interior del PSOE en esta trama no son menores. La cúpula de este partido han abandonado hace muchísimo tiempo banderas socialistas, aunque el nombre de la organización haga referencia a ello. Hay entre su cúpula una serie de bribones y personajes detestables como Felipe Gonzales, Susana Diaz, etc. conocidos como los ‘barones’. Ya hace un par de años boicotearon abiertamente a Sánchez, y no es difícil prever que en este contexto que requiere mayores definiciones existan fuerzas desde el interior del PSOE empujando un acuerdo con los conservadores. Y el problema es que Sánchez tampoco se ha caracterizado por ser un político de claras y convencidas definiciones. Sus convicciones han variado de acuerdo a como los vientos políticos soplen. En su relación con Latinoamérica, por ejemplo, para intentar convivir con las derechas conservadoras de su país ha hecho un seguidismo bárbaro a las políticas interventoras y de ataque a la democracia y la constitución en Venezuela, asumiendo de ese modo las banderas que impulsa el Departamento de Estado de los EEUU contra el país llanero en alianza con las élites conservadoras de Europa y de nuestra región.

Por Víctor Cárdenas