Foto: RPP

Hace unos días se anunció con satisfacción que la carretera que atraviesa Yavi Yavi ya no está bloqueada por comuneros. Los camiones de la empresa MMG Las Bambas han vuelto a transitar por ahí. Poco a poco, la prensa empezó a dejar de hablar del tema y todo fue volviendo a la «normalidad». El último martes, se anunció que el diálogo se había roto y que probablemente se retome el paro. En estas líneas, no busco analizar en sí el conflicto. Quiero detenerme en este aparente estado de “normalidad” que los comuneros apurimeños han “osado” interrumpir ¿Qué es este estado de normalidad?

El domingo 14, El Comercio publicó una columna de Alfredo Torres donde específicamente señala que tras «el agotamiento del discurso anticorrupción y el conflicto de Las Bambas» el Ejecutivo debe cambiar su agenda. «El Gobierno debe enfocarse en los temas que más le preocupan a la ciudadanía y obtener victorias rápidas en cada uno de ellos», dice Torres. Las palabras de Torres sugieren un problema muy recurrente entre los medios de comunicación y muchos otros peruanos: los comuneros de Fuerabamba no son ciudadanos o, por lo menos, no forman parte de la ciudadanía que reconoce Torres.

Jaime de Althaus, el 12 de abril, en ese mismo diario, señaló que «Había más de 500 personas en el estadio de Chalhuahuacho ayer para la reunión de escucha y diálogo con el primer ministro Salvador del Solar. Eran comuneros de Chalhuahuacho y alrededor de 40 comunidades. Pese a todo, salió bien.» 500 comuneros reunidos. Pese a ello, salió bien. En el último CADE Ejecutivo 2018, también hubo una cantidad similar de asistentes. En una de las presentaciones, Fernando Zavala, presentó una serie de propuestas del Consejo Privado de Competitividad en materia de justicia, mercado laboral, infraestructura, etc. Se trataba de un grupo de personas exigiéndole (sí, ese es el término correcto) ciertos puntos al Estado. «Pese a todo, salió bien».

Aldo Mariátegui, el 10 de abril en Perú 21, señaló con evidente tono burlón lo siguiente: «la República Comunitaria de Fuerabamba EXIGE que el presidente peruano acuda a sus territorios, acompañado del premier Salvador del Caviar y de sus ministros de Energía y Minas, Ambiente, Agricultura, Educación, Transporte y Vivienda, pues el gigantesco hongo de contaminación y el estruendoso ruido que generan los camiones de la empresa extranjera molestan mucho a los nacionales fuerabambinos en medio del páramo casi inhabitado por donde circulan.”. ¿Quiénes son ellos para exigirle al presidente que vaya a Fuerabamba? Son miles de personas que viven en una zona que ha sido históricamente olvidada por el Estado y que enfrentan un problema recurrente desde hace varios años a lo largo del corredor minero, un espacio donde se ha hecho casi permanente el estado de emergencia y con una problemática social muy fuerte a lo largo de 3 departamentos. Las palabras de Mariátegui hacen recordar al segundo gobierno de Alan García: «estas personas no tienen corona. Estas personas no son ciudadanos de primera clase…». ¿Quiénes se han creído estos sujetos para pedirle al presidente que solucione los problemas que tanto les afectan?

Mariátegui, también, un día antes, escribió lo siguiente sobre Gregorio Rojas: «como es típico en este tipo de líderes, Rojas mantiene un doble discurso, que es radical allá (alimentado con el miedo de acabar linchado) y conciliatorio en Lima». Rojas, como todo dirigente, sabe que su discurso está condicionado por su auditorio. Posiblemente, eso lo entendió muy bien el mismísimo Juan Luis Cipriani cuando en medio de una charla les dijo a los militares que no sean una “mierda”, confesó que le gustaba tomarse sus tragos y aseguró que el “sí, señor” le suena a “hueveo”. También soltó algún “conchatumadre”. La misma estrategia la aplicó Keiko Fujimori en su visita a Harvard. Entonces, cuál es “este tipo de líderes”. Todos los líderes saben hacer una buena lectura de su entorno y obtener beneficios para los suyos. Sin embargo, desde la perspectiva de Mariátegui, esa habilidad es solo permitida para unos y no para otros.

Una situación similar se aprecia en la interpretación del papel cumplido por los abogados asesores Jorge y Frank Chávez Sotelo. Ambos personajes, en principio, trataron de ser tomados como autores intelectuales de lo que ocurría en Apurímac. Como ya hemos señalado, los apurimeños no tienen derecho a razonar en este estado de “normalidad”. Por lo tanto, cualquier plan orquestado que implique algo de razonamiento debe ser responsabilidad de otra persona. Bajo este enfoque, los apurimeños resultan sujetos meramente pasivos sin capacidad de agencia. Además, podemos entender, bajo el escenario de “normalidad” descrito en un inicio, que el rol de un buen abogado es entendido como aquel que hace una mejor lectura del caso para otorgarle la mayor cantidad de beneficios a su patrocinado. Un buen abogado, entonces, es aquel que permite que su patrocinado obtenga una mejor compensación económica. Sin embargo, tal como lo había anunciado Carlín en una caricatura, si se trata de un abogado que trabaja para  una comunidad (y cobra un porcentaje), ya no es un gran abogado, sino un extorsionador.

El problema de los comuneros de Fuerabamba, nuevamente, ha puesto en evidencia un problema de todos los días, pero que nadie quiere ver. Las clases dominantes de este país aseguran que “el problema” son las clases subordinadas, aquellas que le piden ayuda al presidente, aquellas que distraen al Gobierno, aquellas que creen tener el derecho de pedirles a los gobernantes que mejoren su calidad de vida, aquellas que “creen” tener derechos y, “además”, se atreven a reclamarlos, aquellas que son cuestionadas incluso por razonar (Vale la pena mencionar que el demostrativo “aquel”, según la RAE, se utiliza para señalar distancia espacio-temporal). Los problemas del país no se van a solucionar hasta que la clase gobernante se olvide de la clase dominante y entienda que tiene que gobernar para la mayoría. Un impedimento para ello es no darnos cuenta de que no todos, en este país, son tratados por igual. La “normalidad” de unos es la tragedia de muchos.

Por José Banda

 

 

 

Bibliografía

Torres, Alfredo (2019). De vuelta a la normalidad. En: El Comercio, 14 de abril de 2019. https://elcomercio.pe/opinion/columnistas/vizcarra-martin-ipsos-solar-salvador-vuelta-normalidad-alfredo-torres-noticia-626416

De Althaus, Jaime (2019). Corredor minero necesita institucionalidad permanente. En: El Comercio, 12 de abril de 2019. https://elcomercio.pe/politica/corredor-minero-necesita-institucionalidad-permanente-columna-jaime-althaus-noticia-625947

Mariátegui, Aldo (2019). Sin soberanía ni autoridad. En: Perú 21, 10 de abril de 2019. https://peru21.pe/opinion/ensayos-impopulares-aldo-mariategui/soberania-autoridad-471038

Mariátegui, Aldo (2019). Bambearon a Salvador. En: Perú 21, 9 de abril de 2019. https://peru21.pe/opinion/ensayos-impopulares-aldo-mariategui/bambearon-salvador-470783

Agencia Perú (2007). Ajos, cebollas… Cipriani. En: Youtube, 26 de marzo de 2007. https://www.youtube.com/watch?v=v0w4oEX5JU4

Carlín (2019). Carlincaturas. En: La República, 15 de abril de 2019. https://larepublica.pe/carlincatura/1449997-carlincatura-lunes-15-abril-2019