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El Perú no debe derramar ni una lagrima por un ser que atentó contra la vida de indígenas amazónicos, por aquel que mandó intervenir un penal con cientos de presos para meterles plomazos, alguien que pateó a un discapacitado y golpeo a un muchacho voluntario en un hospital. Debemos sentir pena porque la primera magistratura fue asumida por alguien con serios desequilibrios emocionales, que según Cesar Vasquez Bazan, habría violado a seis muchachas, ya que hoy tanto hablamos del movimiento #METOO. Que los apristas lloren, están en todo su derecho a hacerlo. Pero que no lo eleven como mártir. Que aprovechen esta tragedia para refundar el partido y arrepentirse de todos sus delitos. Y faltas. Porque, aunque suene duro, Adolf Hitler también se suicidó.

Y no estamos comparando al mandatario finado del ego colosal con el mas grande genocida de la historia. Pero los muertos buenos no existen. No tengo muchas más palabras que decir, solo espero que la familia de Garcia devuelva todo lo robado, y que los demás cómplices paguen prisión y nunca mas ejerzan cargos públicos. Que este no sea un pretexto oportunista para detener la lucha contra la corrupción. Todos deben caer. Y las psicosis no son arma de blindaje para poder enfrentar la pena de la historia.

Mi abrazo a la familia del ex presidente. Mi rechazo y repudio a los apristas que quieren hacer una hagiográfia de su figura. Y mi abrazo a los familiares de las victimas de Bagua y El Frontón, que lamentablemente nunca alcanzaron justicia. Y que la oligarquía peruana no haga escarnio, porque el Perú ya despertó. El Perú, su historia y sus gentes son mucho más grande que Alan Garcia. Se tenia que decir y se dijo.

Por Eduardo Quintanilla