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Hace unas semanas el presidente mexicano López Obrador a través de unas cartas demandó a la Monarquía española y al Vaticano a hacer un recuento de los daños que provocó la invasión de su viejo imperio sobre los pueblos de esta parte del mundo y desde ese reconocimiento pedir las disculpas históricamente pendientes. Es necesario hacer notar que el pedido del presidente de México no es una iniciativa personal, es una demanda de gran parte de los pueblos originarios de nuestra región.

Una vez hecho pública la demanda de México, desde Roma el Vaticano se apresuró a señalar que ya el Papa Francisco en un acto público durante su visita a Bolivia en el 2015 pidió perdón por el papel que había jugado la Iglesia Católica durante el periodo colonial. La monarquía española por su parte trató aquello como si se tratara de una insolencia y señalaba un rechazo firme ante aquel pedido.

Las reacciones de quienes sintieron como una insolencia el pedido que canalizara López Obrador no se hizo esperar. No faltaron fantoches literarios que a través de las redes sociales intentaban satirizar el tema como Pérez-Reverte. El premio nobel Vargas Llosa haciendo alarde de un rancio hispanismo también hacía lo suyo atacando el pedido mexicano. De parte de los diversos sectores políticos lo más nefasto de los ultraconservadores españoles salió a la luz, desde VOX que a través de unas publicaciones declaraba que quienes debieran estar “agradecidos” son los latinoamericanos ya que la monarquía española había llevado la “civilización” a esta región del planeta; sus hermanos mayores de Ciudadanos en palabras de su principal figura Albert Rivera señalaban que el pedido era inaceptable y resultaba una “ofensa”; el padre de estos sectores mencionados, el Partido Popular, manifestó como inaceptables e ignorantes las declaraciones y el pedido de perdón que se le hacía al rey. El PSOE que lidera el actual gobierno español, preso de sus propias indefiniciones, se unió al coro conservador. Desde otras trincheras políticas hubo más bien respuestas amistosas. Unidos Podemos (confluencia de Izquierda Unida y Podemos), señaló a través de una vocera parlamentaria que consideraban legitimo el pedido que hacía el presidente López Obrador al Rey de España. Y es que hay que tener claro que el pedido de México no va hacia los pueblos de España –sí, en plural– sino hacia la vieja monarquía que representa Felipe VI.

El pedido de López Obrador, como señalamos, no es nuevo. La novedad es la polémica que se generó dado que es el presidente de uno de los más importantes países de la región quién hacía suyo un pedido que a lo largo de los años han hecho diversos pueblos originarios. Y es que las repúblicas bicentenarias que tenemos se erigieron sobre las estructuras de dominación que creó el viejo colonialismo. Si bien en los dos últimos siglos se han ido reconfigurando a partir de las luchas sociales y los procesos democratizadores, existe aún una impronta colonial en nuestras sociedades que precisan para superar aquello de una revolución cultural.

En Sudamérica, salvo los pueblos de la amazonia y los mapuches del sur del río Bio Bio, que fueron parte de los pueblos ‘fuera’ de las fronteras coloniales, el resto de sociedades fueron sometidos en distintas medidas por la lógica que adquiría el funcionamiento de las nuevas colonias. Estas tenían como objetivo abastecer a la monarquía española por lo que reorganizar los territorios y las sociedades fue una de las tareas que desempeñaron los virreyes en nuestra región. Toledo, el más agudo, implementó las dos repúblicas que se instalaron sobre del Antiguo Perú, la República de indios y la República de españoles. De este modo, se instaló una fractura que no ha sido superada aún ni luego de las independencias. Para darse cuenta de aquello basta ubicar territorialmente a los focos de poder de las élites en los países de nuestra región, escuchar su lenguaje, ver con atención sus símbolos y revisar el historial apátrida que los caracteriza.

Mientras las élites quieren ser como occidente, de ahí que sientan como insolencia cualquier gesto ajeno a la imitación que pretenden, entre las vanguardias de los pueblos del sur del río Bravo han germinado diversos proyectos que han pretendido superar la miopía elitista. Desde aquella historia toca repensar un proyecto civilizatorio para nuestra región. Ya en las primeras décadas del siglo XX desde el Perú el joven Mariátegui hablaba de pensar nuestra región en clave indoamericana.

Sobre la polémica de las disculpas de la Monarquía Española hacía esta región del mundo, desde el Perú la arqueóloga Ruth Shady señalaba con contundencia respecto al papel de la llegada de Europa, y a propósito de los ultraconservadores españoles quienes imaginan que con la llegada de la espada y la sotana haber traído la civilización: «Hubiésemos avanzado mucho más, porque a través del tiempo se estuvo produciendo conocimientos en ciencia y tecnología, que en la actualidad son admiración de otros especialistas en el mundo y que están llevando ese conocimiento para aplicarlo. No sé si potencia, pero un país desarrollado».

El filósofo mexicano Enrique Dussel señalaba que los pueblos del sur del río Bravo tienen que sentirse orgullosos de ser parte de una historia milenaria, de ser parte de una de las columnas de la historia universal. De eso se trata, que occidente no nos robe la historia.

Por Víctor Cárdenas